1.15.2013

"El hilo de Ariadna" en Casa del Lector.


“El hilo de Ariadna. Lectores y navegantes”, del 18 de Octubre de 2012 al 17 de Marzo de 2013. Casa del Lector, Matadero Madrid.

“El hilo de Ariadna” es la exposición que inaugura el nuevo espacio en Matadero Madrid, Casa del Lector, comisariada por Francisco Jarauta. Esta muestra colectiva aúna a artistas muy distintos tanto cronológica como temáticamente, bajo un mismo hilo conceptual: el laberinto como símbolo de quien se pierde y se encuentra gracias al hilo de la griega Ariadna. Jarauta utiliza esta expresión como pretexto para enlazar esta diversidad y resolverla con tres grandes temas presentes en las piezas: la literatura, la mitología y el laberinto.

Esta pluralidad de opciones se traduce en obras que van desde instalaciones que recrean a la antigua Pompeya, con mosaicos que muestran la lucha entre Teseo y el Minotauro a una reproducción visual del Palacio de Cnosos, posible origen del laberinto griego, hasta fragmentos en vídeo de películas como “La mirada de Ulises” de Theodoros Angelopoulos, donde unas mujeres hilan o el mar se convierte en protagonista: el viaje de Ulises, con su deseo frustrado de llegar a Ítaca.

Nos reciben en la entrada de la exposición varias obras de Jaume Plensa; “Macbeth and the porter”, donde leemos fragmentos del libro de Shakespeare a través de una cortina creada a base a de letras de hierro, y “Overflow”, una gran escultura con forma humana formada con letras también pero sin rostro, algo que el artista repite en sus piezas más recientes, tres dibujos sobre la pared también expuestos.

El laberinto es sin duda el eje central en la sala intermedia de la exposición, donde se reúnen las piezas de Constant, Roberth Smithson, Adolph Gottlieb y Robert Morris. El primero presenta varias obras con Babilonia como protagonista, entre las que destacan unas litografías a modo de confusas grúas en edificios en construcción, con el color muy localizado, y que juegan a perderse entre las formas. Además de Constant, se encuentran las piezas de Smithson, su proceso de crear “Spital Jetty” y otras intervenciones en montañas; Robert Morris y su “Laberinto de Pontevedra”, donde trabajó en el año 2000 recreando el antiguo laberinto de Mogor (del 3000 a.C.); y una gran pieza de pintura de Gottlieb, con grandes trazos de color a modo de confusión espacial.

Sin dejar atrás el eje temático de la exposición, el último tramo de la muestra se organiza en torno a espacios más cerrados y privados, como ocurre con el oráculo de Gema Álava y Josué Moreno, donde pequeños fragmentos escritos de papel y pan de oro crean una pieza oval separada del resto en una pequeña estancia a la que se accede a través de unas cortinas.
Esta compartimentación se repite en las obras de Rosó Cusó, con “Batecs I,II y III”, de 2012, esculturas en papel a modo de rosetones medievales iluminadas intermitentemente.
Quizá el comisario escoja esta separación física debido también a la gran distancia cronológica entre quienes se encuentran en este tramo último de la exposición, ya que en un sentido inverso pasamos de 2012 al siglo XVI pasando antes por los inicios del XX con varios dibujos de Santiago Ramón y Cajal donde reproduce neuronas, células y corteza cerebral creando un resultado visual a modo de árboles laberínticos, con finas ramas que se entremezclan; Ramón Llul está presente a través de varios dibujos en un códice en los que el círculo se repite una y otra vez, siendo tratado como una circunferencia laberíntica, llena de compartimentos y palabras.
Las últimas tres piezas tienen una fuerte impronta de la idea de archivo: la de Antoni Muntadas, que en “The file room” presenta el archivo como caos, ocupando toda una sala a media luz, la de Daniel García Andújar, que construye una biblioteca en la red con libros, textos, vídeos y documentos en audio bajo el nombre de “Postcapital archive”, realizada durante más de diez años (1989-2001), la de Imogen Stidworthy, concebida específicamente para esta exposición o la que cierra todo el conjunto, el “Index” de Charles Sandison, que ocupa toda una sala (incluyendo suelo, paredes y techo) con palabras que se mueven.

A lo largo del paseo por la muestra las obras de estos artistas se encuentran con textos de distintos escritores, como Jorge Luis Borges, William Gibson, Julio Cortázar o Germán Sánchez Ruipérez, este último con especial interés al ser su fundación la que promovió la creación de la Casa del Lector.

“El hilo de Ariadna” es una exposición comisariada bajo un criterio temático, donde se resuelve la diversidad entre la literatura, las artes plásticas y la dificultad de ser la primera muestra en el nuevo espacio. A través de esto, Francisco Jarauta diseña una propuesta museológica capaz de llegar a todos los públicos, no siendo extraño que durante la visita una se encuentre con familias con niños que disfrutan de la exposición. Se busca la facilidad de reconocimiento de las piezas con reconstrucciones de obras como la de Robert Morris en Pontevedra, una instalación interactiva para ir descubriendo los mosaicos de Pompeya o la intervención del público, como los ordenadores en las de Muntadas y Andújar.
El recorrido supone también un interesante viaje cronológico, que lejos de organizarse por este criterio, mezcla distintos momentos y etapas en base a un criterio temático común.
Se trata, pues, de una muestra que aúna diferentes disciplinas, soportes, estilos y artistas en torno a un eje central: la idea del laberinto como espacio caótico capaz de superarse con el hilo adecuado, algo perfectamente aplicable a esta exposición para inaugurar el espacio.


Semíramis González.

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