Hará
falta ampliar las referencias y leerse todo el catalogo después de
ver la exposición (o la distribución escasa de información que se
hace en el sitio web creado) que reúne algunas de las obras más
interesantes de lo que fue la “invención concreta” en America
Latina del 30´al 70'. Presentes aquí gracias a que son
pertenecientes a la Colección Patricia Phelps de Cisneros.
Según se explica “la exposición está organizada en torno a la idea de las intenciones de estos artistas, quienes creían que podían cambiar el mundo”. Lo cierto es que el mundo cambió y en estos cinco bloques -que hacen un pantallazo bajo las etiquetas de siempre- no se deja en claro cuestiones fundamentales para abarcar y comprender semejante traspaso de lenguaje, nada más ni nada menos que en torno a la Segunda Guerra Mundial.
Presenta obras del movimiento concreto latinoamericano tributario de las corrientes abstractas modernas de las primeras décadas del siglo XX, con raíces en experiencias como las de la Bauhaus, de los grupos De Stijl, además del suprematismo y constructivismo soviéticos. Este fue un contexto favorable para el arte y la indistinción entre alta y baja cultura, un momento en el que se desarrolló la creencia en la industria y en el progreso, lo que dicta el estilo de la época por la que se mueven los adeptos del arte concreto y de invención.
Tanto el movimiento concreto y su ruptura desde el Manifiesto Neoconcreto desarrollado en Brasil, como el grupo MADI en Argentina tienen un carácter de manifiesto frente al canon establecido y aprendido. Si bien el programa concreto parte de un acercamiento entre el trabajo artístico y el industrial, el neoconcreto denuncia -en el manifiesto firmado por Hélio Oiticica, Lygia Clark, Lygia Pape- y reclama ya en sus renglones iniciales que la "toma de posición neoconcreta" se hace "particularmente en virtud del arte concreto llevado a una peligrosa exacerbación racionalista". Contra las ortodoxias constructivas y el dogmatismo geométrico, los neoconcretos defienden el regreso a las intenciones expresivas y el rescate de la subjetividad. En estas obras las formas conquistan el espacio de manera decisiva para luego romper con las distancias entre el observador y la obra.
Joaquin Torres-García escribió una cantidad de manifiestos que influyeron a Carmelo Arden Quin (ambos uruguayos) quien fundó el grupo MADI que luego fue ampliado con Gyula Kosice, Tomas Maldonado, entre otros muchos de la escena porteña. En aquella época Argentina tenía un régimen muy represivo, incluso el primer período de Perón fue reciamente anticomunista. La primera exposición de Arte Concreto-Invención, como se llamó antes de nombrarse MADI, se dio en casas de psicólogos, y todos los artistas menos Kosice adhirieron al comunismo como respaldo moral y ético.
Lo interesante es que en muchos trabajos de estos grupos neoconcreto, MADI, como del cinético venezolano, sus estrategias se orientan hacia un nuevo estado de las cosas que superara e integrara la supuesta confrontación entre alta y baja cultura. Se iniciaba una integración cultural en toda regla un proceso que desmentiría a quienes subscribían una separación insalvable entre una cultura de élite, burguesa, vanguardista y una cultura masificada, industrializada. Kitch. Más allá de que siguen con propiedades formalistas, comparten una característica, el deseo utópico de superar la geometría como un lenguaje cerrado, irse al espacio, al diálogo con el otro, algunos con un discurso mas politizado1 pero con planes de acción claros con respecto a la distribución, al acceso y al alcance de las obras.
Puntualizar en situaciones concretas es complejo porque cuando decimos latinoamericano nos referimos a un franja geográfica que equivale casi al largo de la tierra. “Solo se busca a través de un ensayo establecer líneas de conocimiento y no ponerse enciclopédico, no es la idea de la exposición”, según comentó el director y comisario Manuel Borja-Villal cuando se le preguntó por Cuba, Colombia y México.
Lo cierto es que las muestras del Reina Sofia sobre Arte Latinoamericano van en vías diferentes pero no menos interesantes, mientras una es hecha por investigadores y para investigadores, la otra para quien no haya visto la obra de Alejando Otero por las calles de Venezuela es una oportunidad, sobre todo si pensamos que un momento de crisis puede convertirse en un propicio momento para reflexionar, sobre todo sobre algo que siempre es motivador para resucitar el discurso artístico: la insurrección popular.
Según se explica “la exposición está organizada en torno a la idea de las intenciones de estos artistas, quienes creían que podían cambiar el mundo”. Lo cierto es que el mundo cambió y en estos cinco bloques -que hacen un pantallazo bajo las etiquetas de siempre- no se deja en claro cuestiones fundamentales para abarcar y comprender semejante traspaso de lenguaje, nada más ni nada menos que en torno a la Segunda Guerra Mundial.
Presenta obras del movimiento concreto latinoamericano tributario de las corrientes abstractas modernas de las primeras décadas del siglo XX, con raíces en experiencias como las de la Bauhaus, de los grupos De Stijl, además del suprematismo y constructivismo soviéticos. Este fue un contexto favorable para el arte y la indistinción entre alta y baja cultura, un momento en el que se desarrolló la creencia en la industria y en el progreso, lo que dicta el estilo de la época por la que se mueven los adeptos del arte concreto y de invención.
Tanto el movimiento concreto y su ruptura desde el Manifiesto Neoconcreto desarrollado en Brasil, como el grupo MADI en Argentina tienen un carácter de manifiesto frente al canon establecido y aprendido. Si bien el programa concreto parte de un acercamiento entre el trabajo artístico y el industrial, el neoconcreto denuncia -en el manifiesto firmado por Hélio Oiticica, Lygia Clark, Lygia Pape- y reclama ya en sus renglones iniciales que la "toma de posición neoconcreta" se hace "particularmente en virtud del arte concreto llevado a una peligrosa exacerbación racionalista". Contra las ortodoxias constructivas y el dogmatismo geométrico, los neoconcretos defienden el regreso a las intenciones expresivas y el rescate de la subjetividad. En estas obras las formas conquistan el espacio de manera decisiva para luego romper con las distancias entre el observador y la obra.
Joaquin Torres-García escribió una cantidad de manifiestos que influyeron a Carmelo Arden Quin (ambos uruguayos) quien fundó el grupo MADI que luego fue ampliado con Gyula Kosice, Tomas Maldonado, entre otros muchos de la escena porteña. En aquella época Argentina tenía un régimen muy represivo, incluso el primer período de Perón fue reciamente anticomunista. La primera exposición de Arte Concreto-Invención, como se llamó antes de nombrarse MADI, se dio en casas de psicólogos, y todos los artistas menos Kosice adhirieron al comunismo como respaldo moral y ético.
Lo interesante es que en muchos trabajos de estos grupos neoconcreto, MADI, como del cinético venezolano, sus estrategias se orientan hacia un nuevo estado de las cosas que superara e integrara la supuesta confrontación entre alta y baja cultura. Se iniciaba una integración cultural en toda regla un proceso que desmentiría a quienes subscribían una separación insalvable entre una cultura de élite, burguesa, vanguardista y una cultura masificada, industrializada. Kitch. Más allá de que siguen con propiedades formalistas, comparten una característica, el deseo utópico de superar la geometría como un lenguaje cerrado, irse al espacio, al diálogo con el otro, algunos con un discurso mas politizado1 pero con planes de acción claros con respecto a la distribución, al acceso y al alcance de las obras.
Puntualizar en situaciones concretas es complejo porque cuando decimos latinoamericano nos referimos a un franja geográfica que equivale casi al largo de la tierra. “Solo se busca a través de un ensayo establecer líneas de conocimiento y no ponerse enciclopédico, no es la idea de la exposición”, según comentó el director y comisario Manuel Borja-Villal cuando se le preguntó por Cuba, Colombia y México.
Lo cierto es que las muestras del Reina Sofia sobre Arte Latinoamericano van en vías diferentes pero no menos interesantes, mientras una es hecha por investigadores y para investigadores, la otra para quien no haya visto la obra de Alejando Otero por las calles de Venezuela es una oportunidad, sobre todo si pensamos que un momento de crisis puede convertirse en un propicio momento para reflexionar, sobre todo sobre algo que siempre es motivador para resucitar el discurso artístico: la insurrección popular.
Magdalena
Dávila
1Alberto
López Cuenca, “Otra cosa: artes visuales y convergencia
tecnológica”.
La
invención concreta. Colección Patricia Phelps de Cisneros
Museo Reina Sofía- Madrid
Hasta el 16 de Septiembre de 2013
www.lainvencionconcreta.org
Museo Reina Sofía- Madrid
Hasta el 16 de Septiembre de 2013
www.lainvencionconcreta.org
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