12.03.2012

Poética del cotidiano femenino

VICTORIA CIVERA CORAZONADA

28 de noviembre de 2012 - 29 de diciembre de 2012

Galería Soledad Lorenzo, Madrid









Victoria Civera (Port de Sagunt, 1955) estudió Bellas Artes en la Escuela Superior de San Carlos de Valencia. Al finalizar colabora con Juan Uslé, su actual marido, alternando fotografía, fotomontaje y pintura. Recibirá varias becas a principios de los 80 que le permitirán exponer sus obras en espacios como el Museo Municipal de Santander. En 1987 se instala en Nueva York, ciudad donde hoy continúa su actividad artística en un estudio de Manhattan. 

La presente exposición, como bien índica su título, es una corazonada de Victoria Civera que recoge objetos, dibujos, pinturas e instalaciones realizadas desde finales de los años 80 hasta 2012, donde se aúnan el misterio, lo onírico y lo personal entre la abstracción y la figuración. Se trata ya de la sexta exposición individual de la artista en la conocida galería de Madrid Soledad Lorenzo, la cual cerrará sus puertas después de 26 años al finalizar dicha exposición, hecho que alude al afecto de la galerista por esta artista.

Las obras se dividen en cuatro salas. En la primera de ellas encontramos 49 dibujos al carboncillo, acuarela y tinta, un pequeño taburete, lienzos con formas abstractas y colores fríos y otros objetos.  Los dibujos son diversos: retratos, autorretratos  quizá, escenas eróticas mezcladas con otras de índole infantil que nos evocan el cuento de Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carrol. Todos parecen hablar un lenguaje secreto, íntimo y enormemente subjetivo, dotándolo a su vez de una atmósfera fantasiosa. Debajo de los dibujos el taburete nos da una pista pues se titula “Mamá está en casa” y es que Victoria además de artista es madre y ello se ve reflejado en sus obras. No obstante, también parece hablarnos de la mujer y su sexualidad. A la derecha, los cuadros matéricos con la figura del círculo como predominante nos trasladan a su primera época en Nueva York (finales de los 80-principios de los 90). Su abstracción y reductivismo formal que se acerca al minimalismo de los años 60, también parece contener mensajes ocultos y la misma abstracción es utilizada como forma poética de expresión. Expresión y confesión de sus emociones y sentimientos.

La segunda sala contiene dibujos, pinturas y objetos realizados con materiales industriales y cotidianos. Los dibujos sobre papel negro representan la figura del encapuchado sobre un pedestal que tanto se extendió a modo de graffiti o cartel en las calles de Estados Unidos como protesta política. La artista va empequeñeciendo esta figura a lo largo de sus dibujos y la convierte en el juguete de un niño, suprimiendo el dramatismo. Por otra parte, las pinturas de nuevo abstractas y con la presencia del círculo, quizá representación de su círculo vital y una pintura que nos hace recordar el paisaje romántico y sublime de Friederich, en el que la artista parece soñar. Además, algunos objetos y lienzos están hechos con tejidos, dándoles un carácter táctil, sensitivo y femenino.

En la tercera sala nos sorprende una obra de gran formato que se titula “Sueños inclinados” y está realizada en madera, acrílico y láminas de aluminio. De nuevo nos remite a ese mundo onírico y de fantasía, aunque también nos deja perplejos en cuanto a su tamaño, colores y uso de materiales industriales, que nada tienen que ver, aparentemente, con el resto de sus obras, modestas y cotidianas. En las paredes, dos lienzos circulares negros, también de sus primeros años en Nueva York, uno de felpa y otro de cera y pigmento.

La cuarta sala, en la planta de abajo, contiene dos lienzos, uno rectangular y otro circular, abstractos y oscuros, y una pequeña silla de plástico, madera y tela que se titula “Castigada”, ¿referencia a su infancia? ¿A su hija? Pero contiene algo más: una fotografía en blanco y negro apoyada en el asiento que parecen representar piedras. Un mundo ya que se nos escapa del entendimiento, demasiado personal.

Un mundo interior, el de Victoria Civera, lleno de contrastes, en el que todas sus obras parecen estar relacionadas entre sí y podemos ver en ellas sus estados anímicos y vivencias personales: el silencio, el misterio, su soledad y sus temores, la fantasía y evocación de la niñez, sus sueños y, al mismo tiempo, su papel como mujer, la feminidad y la sexualidad dentro de sí misma. En definitiva, obras que, tal vez, utiliza a modo de terapia y en las que no tiene miedo de mostrarse desnuda, dejando ver su universo íntimo y cotidiano. Una corazonada de la vida misma. 

Desirée Martínez



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