VICTORIA CIVERA
CORAZONADA
Galería
Soledad Lorenzo
C/ Orfilia 5 (Madrid)
28
de noviembre-29 de diciembre
Corazonada es un torbellino anímico. La
pausa y la calma en la galería Soledad Lorenzo se presentan como el ojo del
huracán en la última muestra de Victoria Civera, reuniendo obras inéditas (al
menos en el territorio madrileño) de los años ochenta en adelante. El recorrido
en perspectiva por el espacio expositivo acompaña a una revisión temporal de la
obra de Civera, quien demuestra una vez más su capacidad de reinventarse y de
tirar del hilo de sus preocupaciones más íntimas. Lo femenino, lo maternal, lo
cotidiano, lo social, lo actual, la casualidad y la experiencia íntima conviven
en esta peculiar retrospectiva, guiando el camino de lo pictórico a lo
objetual.
El
blanco y negro desata un regreso hacia el pasado: a esa época iniciática y
misteriosa donde Civera explota los medios pictóricos y los condensa en piezas
pequeñas, donde empieza a observarse el cambio de aquel estudio del 147 de
Broadway. No es casual que la muestra se inicie precisamente con el cambio que
supone su llegada a Nueva York; de este modo, la galería se convierte en un
túnel del tiempo desde el que contemplar cómo el arte se convierte en un juego
personal, de significados múltiples, donde el principal objetivo consiste en
seguir los deseos y los impulsos artísticos.
El
enigma monocromático y depresivo, en el que el dibujo cobra una gran fuerza
plástica, permite hablar de las sensaciones
donde se mezcla lo cruel con lo cotidiano en una suerte de neoexpresionismo
angustioso, pero que no se diluye del todo con el paso a la experimentación. El
círculo comienza a ganar protagonismo como forma cargada de contenido, como
universo personal que concentra todas sus emociones más íntimas, a medio camino
entre diana sociológica y matriz de lo que está por venir. El objeto se abre
paso, no al estilo de los ready made
duchampianos, sino con un deje personal que genera significados íntimos:
afloran los recuerdos de la infancia y la nostalgia del pasado, pero también el
interés por el presente; lo textil, ya sea cosido, relleno o simplemente
pespuntado o sujeto por alfileres, crea un nuevo ritmo, de manera que lo
cotidiano se reviste de nuevos significados; las cajas de madera se convierten
en contenedores enigmáticos sobre los que descansan, como si se tratase de
algún descuido, otras piezas de pequeño tamaño. Civera se muestra como una
personalidad poética, capaz de afrontar su historia personal a través de una
estética propia, pero también se define como mujer en el mundo contemporáneo,
alternando lo familiar, lo sexual, lo social y lo político, sin otra militancia
que su experiencia personal. La importancia del espacio como lugar de
exposición muta a través de la interrelación de las obras: las más herméticas enfrentadas
a las más expresivas; la pintura en relación con el volumen, las superficies
lisas que hablan a través de la textura frente a las preocupaciones por el
mundo actual.
Desembocando
en la pieza Sueños Inclinados, el
espectador sólo es consciente de una sensación de continuidad, donde el blanco
y negro han sucumbido al juego cromático, y lo objetual es más cuidado; las
superficies pulidas nos devuelven la mirada en los juegos de volúmenes, y la
óptica de los espejos nos cuestiona sobre la realidad que vemos. Si la primera
sensación que se tiene al entrar en el ojo del huracán es la de estar
invadiendo un espacio privado, el extrañamiento permite un doble juego con la
obra. Por una parte, Civera parece estar desnudando su universo sin acabar de
mostrarlo todo, haciendo que el espectador tenga que asomarse y comparar sus
experiencias con las de la artista, como en un juego de espejos.
En
esta muestra, Victoria Civera ha dejado de lado esa ironía tan propia de su
trabajo para establecer un momento emotivo, que no sólo permite al espectador
revisitar su trayectoria artística, sino que también abre un camino más
intimista y poético, revelando instantes concretos a través de la obra. Como si
quisiera decir que las corazonadas
también tienen forma.
Victoria Alonso
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Victoria Civera (Puerta de Sagunto, Valencia,
1955) es una artista consolidada a nivel nacional. Tras estudiar en la Escuela
Superior de Bellas Artes de San Carlos de Valencia inició su periplo artístico,
que la llevó primero a Santander, y después a Nueva York, donde se afincó en
1987. Además de sus numerosas exposiciones en España y en EE.UU. ha participado
en varias galerías europeas. En 1993 recibió el Premio Ojo Crítico a las Artes
Plásticas.
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